Siendo niña yo era muy feliz saliendo a caminar de noche con mis padres, especialmente en verano, cuando la tierra húmeda de los jardines o la de las veredas, esparcía su perfume de frescura y hierba buena.
De noche las casas se humanizaban y tras las ventanas la vida de sus moradores, nos mostraba retazos de sus afanes cotidianos, de ese modo podíamos disfrutar pequeños detalles de los seres que las habitaban.
Las ventanas entonces eran cálidas diapositivas que desplegaban ante nuestros ojos sus íntimas ternuras, nosotros éramos los que al caminar liábamos el gran episodio de la vida.
Mirábamos el gato que reposaba su curvatura de violín, sobre los brazos de una poltrona donde un abuelo cavilaba sus recuerdos.
Vimos a la muchacha peinar su cabellera y atar su melena con una cinta amarilla.
Más allá la costurera prendía con alfileres, sobre un maniquí, la tela azul de un próximo vestido, que semejaba en su falda, una verdadera rosa azulina de cintura delicada.
Una pareja oía atenta las noticias, mientras el hombre acomodaba un toldo oscuro sobre una jaula y ella tejía una larga guarda a bolillo.
Una mujer preparaba su equipaje y sobreponía vestidos en su cuerpo frente a la luna del espejo.
Con amabilidad se saludaban por su nombre los vecinos, comentaban los sucesos del día que ya se retiraba, era el tiempo en que se podía tener la puerta abierta, sacar al jardín una silla, conversar sobre los sueños, bajo la luz de los faroles difusa, tamizada por el follaje de los enormes árboles que pespuntaban la cuadra.
Ese barrio de mi infancia se ha perdido. Las casas son ahora espacios comerciales, las ventanas día y noche permanecen iluminadas, abiertas de par en par, son vidrieras expuestas al mundo, verdaderos santuarios de lo desechable; ya no hay olor a hierba buena, tampoco existe mi madre.
Excelente narración. He viajado por los pueblos del antaño Chile.
ResponderEliminarPuedo decir dichosa el agua que se bebe a sí misma. Cuando acabarán de devorarme las imágenes? Cuando acabaré de caer en esos ojos de desieerto que es la sociedad de consumo?
Wilma, cuánta nostálgia he sentido a leerte, amiga
ResponderEliminarExcelente tu narración y...¡cuánto lo disfrutábamos...qué pena que todo haya cambiado..anhelo que todo se revierta!
Besos y sonrisas muy azules
Lilian
Estupendo, amiga, bien logras transmitir las sensaciones.Beso
ResponderEliminar