sábado, 20 de noviembre de 2010

LA CIUDAD DE LAS VIUDAS



Vindraban, la ciudad donde se supone el dios Krishna pasó su infancia, está poblada de fantasmas.

Las mujeres viudas de las castas más humilde hacen de Vindravan su casa.

Las viudas, vestidas de blanco y rapadas, cantan alabanzas dedicadas a Krishna, ellas cobran una rupia por ocho horas de trabajo, consistentes en cantar y rezar. Ellas han sido excluidas, son un estorbo para la familia del marido, este la sacó de su casa y la integró a su núcleo, ahora faltando él, no son nada. Viven una sentencia de por vida de vergüenza y miseria. En los ojos de las mujeres de blanco ya no hay tristeza, sólo existe la derrota.

Cada día cientos de mujeres, en una triste y lenta romería, avanzan al amanecer apegadas a los muros, arrastrando sus albas túnicas hasta algún templo cercano y allí sentadas, en posición de loto, elevan sus cánticos y sus plegarias.

Al culminar la jornada ellas se retiran en busca de un rincón donde acomodar su miseria y en silencio antes de dormir, rezan y cantan, seguramente para no despertar mañana.

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