domingo, 14 de noviembre de 2010

MALEZA



Esta condición de ser maleza y empecinarme en crecer al borde de la piedra, me otorga algunas ventajas, como que no entraré a ningún invernadero, nadie cortará mis flores, por lo tanto disfruto de muchas prerrogativas: no soy apreciada por las pestes, ni los parásitos, no le intereso a las floritas ni a los jardineros.

Soy apetecida eso sí por las abejas y sus alas siempre transportan nuevas historias, perfumes de jardines y por si esto fuera poco, hace varios días desde el comienzo de la primavera, un picaflor se ha fijado en mí y a diario me visita. La delicia de su contacto libando entre mis pétalos no se asemeja a nada parecido; lo más sobresaliente que antes había celebrado fue el paso de un caracol, que delineó una huella luminosa entre mis hojas y me produjo un placer intenso, pero nada ha sido semejante a la visita del colibrí.

Me encanta ser maleza a buen resguardo del jardín.

2 comentarios:

  1. Es una bella reflexión, donde describes de que todo lo que existe en la naturaleza cumple un papel importante en la armonía del mundo. Excelente.
    Víctor Manuel

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